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Alfredo Di Stefano, jugador hispano-argentino.
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Archivo.

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El secuestro y el deporte, una semblanza desde los tiempos de Di Stéfano

Han sido muchos los deportistas que han sufrido de este flagelo en sus vidas.

El secuestro a deportistas irrumpió pasada la mitad del siglo XX en América como una maniobra audaz de rebeldes para ganar fama a expensas de hombres como Alfredo Di Stéfano o Juan Manuel Fangio, pero desde entonces el dinero lo volvió una tenebrosa una industria que hizo del mexicano Alan Pulido su reciente víctima.

Veinte horas después de caer en poder de criminales, la madrugada del pasado domingo, Pulido, delantero del Olympiacos griego, fue liberado el 30 de mayo por la Policía Federal gracias a que logró someter a golpes a su captor y, tras despojarlo del arma y el teléfono móvil, hizo que le revelara el lugar de cautiverio, en el estado nororiental de Taumalipas, para dar aviso a las autoridades.

El secuestro del jugador de 25 años tenía como objetivo sacar a sus familiares un gran cantidad de dinero, como fue la que, al parecer, años antes, tuvieron que pagar para liberar a familiares su compatriota Jorge Campos y los argentinos Carlos Tevez, Juan Román Riquelme, así como los hermanos Milito, entre muchos otros.

Cuando para muchos es mejor negociar.

El padre de Tevez fue secuestrado el 29 de julio de 2014 y para liberarlo la prensa argentina conjeturó en su momento que el actual delantero de Boca Juniors tuvo que pagar un rescate equivalente a los 65.000 dólares. La liberación se produjo 9 horas después.

Cristian Riquelme, hermano de otro ídolo de Boca, Juan Román, fue secuestrado en abril de 2002. Veintinueve horas después se produjo la liberación del joven, que entonces tenía 18 años, jugaba en Platense y por quien, según informaciones periodísticas, el ahora exfutbolista pagó entre 140.000 y 160.000 dólares.

Días después la policía detuvo a una abogada, dos contables y un expolicía como sindicados de pertenecer a la banda.

Durante dos días de finales de agosto de 2002 estuvo atado a una cama y con los ojos vendados el padre de los ahora exjugadores Diego y Gabriel Milito. El final feliz se dio tras el pago de 10.000 dólares que ambos figuras accedieron a entregar a los captores.

Jorge Campos estaba en Hong Kong con la selección mexicana cuando el 17 de febrero de 1999 fue secuestrado su padre. El portero volvió al país para negociar el rescate, que se produjo diez días después. Se dijo que el símbolo de los Pumas y el Tri pagó 40.000 dólares por la vida del 'Ñoño' Campos, que falleció de cáncer en abril de 2013.

¡Rescatados!

En otros casos de gran repercusión, como el del mexicano Pulido, la acción de las autoridades resultó providencial y los deportistas se esquivaron de tener que desembolsar cuantiosos recursos.

La policía brasileña rescató sano y salvo al padre del goleador Romário 24 horas después de haber caído en poder de criminales en 1994, año en el que el delantero del Barcelona fue proclamado por la FIFA como el mejor futbolista del mundo y conquistó con la Canarinha el Mundial de Estados Unidos.

El 19 de julio de 2005 comenzó un calvario que terminaría 65 días después para el entonces entrenador del Cruz Azul mexicano, Rubén Omar Romano. A la fuerza y con golpes fue obligado a salir de su automóvil el argentino poco después de salir de la sede de su club.

Un grupo especializado de la capital mexicana liberó a Romano y encarceló a sus captores. "Si a alguien le llegara a tocar, ojalá le toque gente que lo trate bien, como me trataron a mí", manifestó Romano poco después de su liberación.

Julio de 2003. Veintisiete días de cautiverio, un botín de 400.000 dólares y seis comunicaciones infructuosas entre el entonces jugador de River Plate y ahora técnico Leonardo Astrada con los captores de su padre terminaron con la liberación de la víctima gracias a la acción de la policía, que detuvo a los criminales.

"Esto es un secuestro. ¡No le va a pasar nada, Alfredo!".

En acciones desprovistas de violencia comenzaron los episodios en que por horas, y sin la exigencia de pagar un solo centavo, fueron retenidos el piloto argentino de Fórmula Uno Juan Manuel Fangio y su compatriota el futbolista Alfredo Di Stéfano.

Ocurrió el 26 de agosto de 1963 en Caracas. 'La saeta rubia' cayó en manos de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela, grupo guerrillero que operó en Venezuela en los años sesenta.

El Real Madrid había llegado para jugar la Pequeña Copa del Mundo de Clubes y su historia victoriosa, sumada a la condición de 'crack' del goleador bastó para que los rebeldes buscaran darse a conocer al mundo y denunciar la situación política en el país, explicó en 2005 uno de los líderes, Paúl del Río, alias 'Máximo Canales'.

Di Stéfano salió del hotel en el que se concentraba su equipo en compañía de dos supuestos policías que le pidieron acompañarlo a una comisaría cercana para cumplir un trámite sencillo de aclaración de identidad, pues una persona con su mismo nombre estaba involucrado en un caso de tráfico de estupefacientes.

"Esto es un secuestro. ¡No le va a pasar nada, Alfredo!. Somos revolucionarios que no estamos de acuerdo con el régimen de nuestro país. Le soltaremos enseguida", fue el anuncio de su retención.

Durante las 72 horas que duró el secuestro, Di Stéfano jugó con sus captores ajedrez y dominó, vio la televisión, apostó a los caballos y hasta hizo exigencias sobre el menú que quería. Fue liberado a unos cien metros de la Embajada de España en Caracas.

"Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar".

Juan Manuel Fangio, el quíntuple campeón mundial, absoluto entre las temporadas de 1954 a 1957, llegó a La Habana en febrero de 1958 para disputar el segundo Gran Premio de automovilismo de La Habana.

Si al régimen de Fulgencio Batista la propaganda de un evento deportivo para mostrar que la paz reinaba en Cuba le dio resultado al ganar Fangio un año antes la primera edición del premio, ahora los réditos publicitarios se los llevaría el Movimiento Guerrillero 26 de Julio, comandado por Fidel Castro desde Sierra Maestra.

La noche del 23 de febrero de 1958, horas antes de la largada, 'el Chueco', quien por entonces tenía 46 años, estaba en el vestíbulo del Hotel Lincoln hablando con sus mecánicos.

"Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar", le dijo un hombre.

En realidad no fueron esas comedidas palabras las que persuadieron al 'Maestro' sino el cañón frío de la pistola calibre 45 que sintió en su pecho.

Otros pilotos que observaban advirtieron que Fangio, dueño de unos nervios de acero hasta en los momentos más complejos, hasta sonrío cuando lo encañonaron.

"Yo estaba esperando que disparara, para arrojarme al suelo, como en las películas de acción", explicó tiempo después el piloto de Balcarce, quien falleció en Buenos Aires el 17 de julio de 1995.

El secuestro de Fangio quizá sea el primero en la historia que haya favorecido al secuestrado. Y él mismo se lo confesó a sus captores: "miren, señores, quizá ustedes me hicieron un favor", dijo tiempo después el argentino al evocar el episodio.

El Maserati 450 S con el que debía correr tenía algunos problemas mecánicos y sufría con el paso en cierto tramo irregular de la avenida costanera que le hacía elevarse del piso.

Como si fuera poco, no había sido liberado el piloto cuando sus captores le informaron de que la carrera había sido suspendida por un accidente de dos autos en la quinta vuelta que causó la muerte a seis personas y heridas a cuarenta más.

EFE

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